Supía se encuentra ubicado en el noroccidente del departamento caldense, a 80 kilómetros de Manizales, en la frontera con el departamento de Antioquía. Es uno de los municipios más antiguos de la zona cafetera, y uno de los lugares en que hubo más movimientos demográficos, culturales y económicos en el período de dominación española, especialmente por la riqueza minera de sus montañas.

Supía tiene una entreverada historia colonial. Las minas de oro que lo rodean llamaron la atención de los conquistadores desde su llegada. Desde 1540, cuando Ruy Vanegas y Melchor Suer de Nava llegaron al lugar, hasta 1813, fecha en que un grupo de notables de Supía declaró la independencia de la gobernación de Popayán (siendo el único municipio caldense que participó de la gesta), los españoles establecieron varios grupos de esclavos africanos y asiáticos en la región para que realizaran la ardua labor de extracción. Supía era un importante lugar de producción de oro en el país, y tanto empresarios como trabajadores y esclavos llegaron allí a trabajar el mineral.

Supía, tras la independencia, se convirtió en un lugar esencialmente mestizo. Y hasta el día de hoy esa diversidad es evidente: en sus calles se encuentran indígenas de los resguardos Embera Chami (del municipio vecino de Riosucio) con afrocolombianos asentados en la Vereda El Guamal y mestizos que viven en el casco urbano del municipio. Supía es, dentro del Paisaje Cultural Cafetero, la muestra clara del mestizaje y diversidad de nuestra historia nacional.

Actualmente, el municipio cuenta con 27.000 habitantes que dedican su tiempo a la agricultura y el comercio. Sus principales cultivos son la caña panelera y el plátano, que componen el 86 por ciento de su producción, mientras el café ocupa el 8 por ciento. Además, la explotación artesanal del oro, a pesar de no tener indicadores precisos, todavía forma parte esencial de la vida del municipio. La caña es, culturalmente, un elemento determinante para los supieños. Allí se celebran las Fiesta de la Colación, y los trapiches comunitarios, de donde se extraen múltiples productos, son parte del paisaje. A través de cooperativas y asociaciones de paneleros, los habitantes del municipio han logrado una importante comercialización de sus productos a lo largo de la región.

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