Cultura cafetera para el mundo
Este es uno de los cuatro criterios que definen el valor universal excepcional del Paisaje Cultural Cafetero de Colombia.
La cultura en esta región tiene su origen en la “colonización antioqueña”, que se destaca por su espíritu emprendedor, la sagacidad para los negocios, la laboriosidad y la amabilidad. Con la actividad cafetera se han consolidado un conjunto de tradiciones y manifestaciones que son orgullo loca, regional y nacional:
La arquitectura, inspirada en la técnica española de muros de «tapia pisada», fue modificada con la utilización de «bahareque«, se ha convertido en emblema de la región. La arquitectura regional de bahareque: referente cultural y atributo en el que se expresa el valor universal excepcional del Paisaje Cultural Cafetero de Colombia, es el resultado de un proceso de evolución formal, funcional, tecnológico y estético cuyo origen se remonta al inicio del proceso de poblamiento que comenzó en el siglo XIX y a la necesidad de las gentes que hicieron parte del mismo, de proveerse de cobijo.
Utilizaron los materiales que ofrecía la naturaleza, como la tierra, la madera y las fibras de origen vegetal, para producir las denominadas viviendas de “vara en tierra”, que precedieron a las elementales construcciones de bahareque fundacional -“cimientos ciclópeos aislados, estructura de marcos de madera y guadua con diagonales, muros de bahareque de tierra maciza, techos de estructura de madera y guadua con cubiertas vegetales” (Muñoz, 2012, p. 25)-, y en las que se mezcló la experiencia constructiva prehispánica con los conocimientos que traían estos pioneros, como lo fue la influencia de las técnicas del arte constructivo mudéjar, que generaron impacto en tiempos de la Colonia española en las provincias de donde los nuevos pobladores provenían. Por esta razón se dice que la arquitectura tradicional colombiana estuvo influenciada por la herencia española y a través de ella, por la cultura árabe. El tradicional manejo del espacio, así como de los materiales y las técnicas constructivas, definió la arquitectura de la región del PCCC, construida durante la colonización antioqueña.
La ubicación de los poblados en lo alto de las montañas fue el resultado de la intención de unir el territorio por medio de caminos, formando pueblos de tapia, bahareque y teja de barro; de puertas y ventanas de fuertes maderas de la región, adornadas con calados, tallas y apliques; zaguanes, patios y corredores decorados con flores, pájaros y aromas silvestres.
Las viviendas se identifican con el tipo básico de patio central; son casonas de tapia pisada y bahareque, con el espacio central para el patio. Las cubiertas son a dos aguas con teja de barro.
El bahareque es un sistema de muros construido sobre un entramado de maderas dispuestas vertical y horizontalmente con riostras inclinadas, que se recubre con esterilla de guadua. Este tipo de estructura es liviano, elástico, muy resistente a los movimientos sísmicos. Ello le valió el término estilo temblorero. Se utilizó para la construcción de viviendas, iglesias, alcaldías, cuarteles, haciendas, graneros, establos y, posteriormente, todas las construcciones asociadas al cultivo y beneficio del café.
Entre las edificaciones sobresalen por su arquitectura los templos parroquiales, los cementerios y algunos colegios. En el caso de la arquitectura religiosa se destacan los templos de Aguadas, Pácora, Salamina y Salento, Chinchiná, Calarcá, Guática, Marsella, Santa Rosa de Cabal y Sevilla. Sevilla. En los cementerios también son representativos los de Circasia, Marsella y Salamina.
La identidad cultural de los habitantes del PCCC tiene sus raíces en la historia de colonización y en la identidad «paisa», que se destaca por su pragmatismo, laboriosidad, espíritu emprendedor, deseo de aventura y sagacidad para los negocios y que llevó al desarrollo de una región donde el cultivo del café es el principal motor de desarrollo socioeconómico de la región.
Como complemento a este aparte de nuestro patrimonio cultural, compartimos la publicación de los arquitectos Juan Manuel Sarmiento Nova y Lina Clemencia Bedoya Rivera, patrocinada por la Alcaldía de Aranzazu, la Gobernación de Caldas y el Ministerio de Cultura, que constituye un compendio muy interesante y una mirada fresca alrededor de esta arquitectura.
Dentro del proceso de apropiación social e identidad de los municipios, venimos avanzando en un proyecto local denominado
Memorias de mi pueblo – El piloto fue el municipio de Belalcázar (Caldas, 2018):
Santa Rosa de Cabal (2019)
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Tradiciones de los municipios del Valle del Cauca (de clic sobre la imagen para ver el libro)